lunes, 4 de julio de 2011

Dios y la Guerra

En un muy lejano lugar, en una villa donde los trovadores cantaban las aventuras santas de los Monarcas un joven en un salón de lectura pasaba las hojas, revisa cada línea escrita con increíble entusiasmo; durantes largos días había dedicado su juventud a memorizar la genealogía real, las hazañas y las batallas; este joven combinada en duro trabajo de los campos con la lecturas divinas, fue así como terminó ese joven de leer las aventuras de los reyes y vio como nuestro rey había conquistado los lugares donde antes reinaba el demonio, donde sus sirvientes habían intentado oponerse a la voluntad divina, como los libertos del mal purificado por el fuego divino tendrían un espacio en la mesa de Dios.


Este sabio joven paso noches enteras pensativo, interrogándose sobre como un rey tan valiente era capas de salvar del mal a tantas almas, pensó en ser como él y toda su dinastía, pero comprendió lo difícil de esta citación, quiso gozar de la voluntad divina, más que entrar en el reino de los cielos ansiaba que el reino del cielo viniera a la tierra, se dejo llevar por esta angustiosa obsesión y combatió desde lo mas adentro de su alma el mal que pudo reconocer, significaba expulsar todas las dudas de su corazón y de sus actos. Defendió ante su familia sus ideas, todos sus hermanos, primos vecinos vieron, escucharon y sintieron las maravillas de la voluntad de Dios; sus palabras y sus acciones, desde sus mas notables intervenciones en el hogar y ante los antiguos eran nobles, eran la mejor formas de actuar de un seguidor de Dios, nunca sus gritos, acciones de protesta y arrojo defraudaron el brazo firme de Dios.



Pasaron así los días,  la voluntad de Dios era el único sentido para su vida. Una tarde recordó que la voluntad del creador puestas en manos del rey había hecho existir en el reino noble llamado paraíso;  los pergaminos no podrían mentirle, sólo las grandes proezas de nuestro amado rey son capaces de tanta felicidad en la tierra. Fue así como el valeroso joven predico día tras día las alabanzas del creador, del rey y toda su dinastía, el trabajo duro de cultivar los campos nunca logro mellar sus fuerzas; sus padres se sumaron en alabanzas ante los misterios mas nobles de la sagrada voluntad, lo maravilloso del plan del creador para salvar todas las almas de  áridos terrenos y de hambre cegadora existente  la morada de la bestia, para todos los siervos del rey y de Dios  lo mas deseado era que la voluntad divina llegara a todos los rincones de los campos y praderas.



Días pensando, cantando y revisando las voluntades del creador, tratando de comprender lo sublime de su creación, hasta que al fin decidió ser parte activa de su obra, contribuiría lo mejor posible a que la se hiciera su voluntad en la tierra como se hace en el cielo. Usaba todo su tiempo disponible a las alabanzas de tan bella voluntad, sonrío, se sintió feliz de cuidar de las cabras encomendadas, de los pastos sesgados, de los ir y venir a la plaza para regalar a los creadores su voluntad, cediendo ante el altar algún ciervo o frutos de las que cuido. A cambio de todos los sacrificios vio crecer su patrimonio, mientras más honraba a Dios más era la gracia que este retribuía a los duros campos y menos eran sus carneros muertos por las plagas y enfermedades.



Con el correr de los meses, el joven conoció a una bella aldeana, no pasó mucho tiempo para que ambos contrajesen  matrimonio, la vida transcurrió llena de felicidad, no tardo mucho hasta que ya el joven convertido en hombre había traído un hijo al mundo, consagró entonces la vida de este hijo a Dios, a su voluntad, a su obra y sobre todo a combatir el mal en la tierra. La felicidad era abrumadora entonces, a donde quiera que el fiel hombre veía encontraba la mano de Dios representada, modelando, castigando y premiando, hasta en su propia vida.



Es amable el creador al regalarme vida, pesaba el joven todos los días al despertar; Dios era bueno al dar felicidad y sobre todo librarlo de los males que el demonio escondía en cada esquinas, solo a cambio de una vida fiel y digna; poder servirle fue su voluntad, y tanto fue su amor que decidió ofrecer su propia vida a las luchas divinas puestas en los brazos del rey, marcho hasta sus lejanos palacios dejando a su mujer sola, administrando el hogar que este valiente caballero le había ofrecido, que con el sudor de su frente y la voluntad de Dios creador habían levantado.



Durante semanas camino hasta su reino, ni el hambre ni la sed detuvo sus pies, no hubo peligro que lo acobardara, su alma era de Dios y seria el quien diría si sus servicios eran necesarios, lo recompensaría con en el paraíso de ser buenos sus actos. Al fin llego y tantas maravillas creadas por la voluntad de Dios le costo ser creídas por sus propios ojos. Los alrededores del palacio estaban plagado de los mejores productos, de los mejores artesanos, de las mejores ofrendas; Las carnes mas deliciosas, los mejores tejidos, las mas finas prendas, cambio alguna de estas maravillas por algunos trozos de oro; fue al templo y obsequio a través de uno de los  sirvientes  del rey alguno de los frutos traídos desde su tierra.



Fue así como vio que no existía nada más parecido al paraíso que  los caminos, las praderas y los campos hasta donde alcanzaba la mano del rey; sintió entonces como sus dudas mas profundas desaparecieron. Quiso servir a Dios y uno de sus sacerdotes se sintió tan alagado de tomar las prendas de cuero tan fino del joven y decidió recompensarlo con incluirlo en los servicios de Dios, incluirlo en los grupos de fieles que darían su vida para servir a Dios. Esa noche durmió con los demás jóvenes que defenderían la frontera del reino en contra del demonio. Seria para empezar el escudero de un caballero armado, marcharía con el ejército real para combatir el mal sobre las tierras.



Fue así como largos días de marcha lo conducirían al encuentro del mal, aquel lugar tan espantoso donde todo era horror, las vestimentas, lo que comían, lo deforme de sus caras y lo pequeños  cuerpos representaban las marcas del demonio materializado en la tierra, fueron largos los días, las semanas y el correr del tiempo, tanto que no llegamos siquiera hoy a recordar, este siervo de Dios actuando su voluntad llego a ser caballero armado, tuvo que hacer comprender a esos demonios que debían salvar sus armas, tan poderosa era la fuerza del maligno sobre estos hombres que aun siendo quemados, cortados sus lenguas, marcados con la cruz se empecinaban a gritar el nombre del demonio, aun cuando su piel ardía en el fuego,  aun sabiendo que Dios le dio la vida eran incapaces de ofrendarlo a través sus actos, fue justo entonces ser nosotros los que ofrendáramos sus cuerpos por parte o todo entero a nuestro creador.

 

Nunca dimos descanso a nuestras almas al construir el plan divino de nuestra santidad y el de todos nuestros reyes en la tierra, poco a poco dejaron de referirse a Dios con su grotesca forma de hablar, dejaron entonces de ser cortadas sus lenguas. Los hijos de sus mujeres se parecían más a nuestro dios. Éramos los hacedores de su voluntad. Nunca en todo ese tiempo dejamos de ofrendar a su voluntad a nuestros creadores, hicimos que el creador fuera alabado a través del correr del sudor de estas bestias que serian cada día más beneficiarios de su reino. Organizamos envíos de ofrendas, en varias ocasiones fui yo mismo quien cargo las especies, los frutos y los metales ofrendado al creador. Días incontables de largos recorridos marcaron nuestras huellas hacia el reino, el peso de nuestros frutos enviados por la nueva morada de Dios, así como el vestido, alimentos y pergaminos sobre todo pergaminos hicieron que nuestros pies hicieran profundas las marcas del caminar hacia el reino.



El saber divino ilumino los corazones de aquel lugar que al tener poco que ofrecer ofrecían sus vidas, sus propios actos rectos permitió a sus niños conocer las maravillas de sus reinos, en los ojos de estos pequeños se expresó  estos pequeños se maravillaron de ver la voluntad de Dios en la tierra. Los bufones, sabios, artesanos y siervos más capaces atendiendo el centro de su reino en la tierra se beneficiaban de los recursos que fluían de este rincón apartado donde sobrevino el reino de los cielos llenando de beneficios al rey pero mucho más a sus nuevos súbditos salvando sus almas, o es que acaso un alma tiene algún precio a los ojos de Dios . No dudaron entonces de ser parte de su reino, sirvieron sin meditaciones, sin miedos, convencidos de que los malestares de la tierra serían superado en el reino de los cielos, cada generación se convencía más y más de la verdad, pronto fueron borrados el común de sus vicios; algunos fueron más allá y sus buenas acciones lo hicieron merecedores de títulos nobiliarios.



Aquel hombre que valientemente había sido utilizado como mediador de Dios ante los peores demonios y sus lideres en la tierra; él que con su espada había expulsado toda maldad conocida de las fronteras del reino, vio con sus propios ojos como esos lideres de los que recibió ordenes  se servían de aquellas almas descarriadas, como los súbditos del rey  tomaban como ganado a los nuevos libertos arrebatado de las garras del demonio, como esos hombres indignos tomaban lo mejor de sus servicios para si y no para su creador, como ellos mismos despreciaban los escritos divinos escritos en los pergaminos,  los líderes solo se dejaron seducir por carnes de las mujeres de ese apartado lugar, se hicieron dueños y señores, tomaron los mejores frutos para ellos mismos. Mis servicios siempre fueron recompensados con los mejores placeres.



Ya cansado me hicieron volver hacia mi tierra natal, mucho más viejo y adolorido, con muchos años a cuesta recorrí los caminos del reino, esta vez  como un gran señor del reino, en carretas decoradas, los mas hermosos caballos así como una caravana de amigos y compañeros para así llegar a su ultimo legar de reposo. El camino estaba allí, pero mucho mas olvidado, quizás el trancito se hizo menos regular, él mismo no lo alcanzaba a reconocer, el correr de los años había vuelto frágil su memoria. Sintió que por fin había sido recompensado al poder pasar los últimos días de su vida en el lugar de sus antepasados, donde la voluntad divina lo requería. Pero al llegar a su antiguo pueblo vio con gran sorpresa, tal vez sería la mirada un anciano.



Nuestro héroe contempló lo poco elaborado de sus paredes, lo poco maravilloso de los campos, sus personas estaban cansadas, una idea extraña cruzo su cabeza, como estos hombres se han permitido servir a Dios de esta manera, permitirse una vida descuidada, estos  hombres eran rastro de lo poco firme de sus actos ante los pecados del mal. Un conjunto de malas noticias llegaron a sus oídos, la muerte de su mujer e hijo en manos de las plagas, el derrumbe de su ganado ante las enfermedades, la miseria de espíritu y de cuerpo en aquellas tierras que apenas alcanzaban a servir al creador.



Sus amigos y sirvientes lo acompañaron hasta donde sus fuerzas le permitieron, poco a poco se marcharon de aquel lugar lejano. Dedico sus últimos días a servir a Dios, a aceptar su designio y su voluntad, vio como otro ejercito entro a sus tierras, como las casas de sus vecinos fueron quemadas, sus mujeres ultrajadas y su propio cuerpo degollado, pero nunca quito de su corazón la luz de su creador; ni las mas crueles torturas de esos demonios le hicieron cuestionar su fe, sabia que seria recibió en el paraíso gracias a sus servicios.



Alguien que se hacia llamar señor de las tierras no tardo entonces para llenar de miseria las vidas de las personas que vivían en aquellos campos, de hacer caer las paredes de las casas. Los nuevos ocupantes de los campos erigido obras desconocidas para los antiguos pobladores, solo algunas de nuestras hijas continuaron su vida condenada en la tierra, el mal recorrió aquel lugar, algún designio divino hizo olvidar o simplemente valer poco nuestros servicios, tanto que dejo de morar en nuestras casas y nuestros corazones. Fue en ese árido lugar donde yacen los polvos de sus huesos, donde su alma fue tomada para el juicio directo de Dios.

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