lunes, 4 de julio de 2011

Apuntes sobre sociología y macrame

Conceptos Fundamentales


Dentro de las muchas notas que escribir me he interesado por una idea muy particular que en un momento tuve, el macrame como arte de hacer nudos y la sociología como ciencia que estudia las fuerzas y las dinámicas que intervienen en la vida cotidina. En fin, el presente escrito que apenas es un borrador pretende construir un concepto de sociedad desde la práctica del macrame, diriamos entonces que la sociedad es un tejido de relaciones sociales que se anudan en un puntos en específicos generando tensión y dando forma a la sociedad. Diriamos que los nudos serían las instituciones y los hilos serían las relaciones sociales; por tanto una convinación compleja entre hilos o fibras y nudos o puntos forman diferentes tipos de sociedad.



Ahora bien, la explicación marxista siempre tuvo una influencia muy particular en mi, la idea de que desde las relaciones económicas se despliegan todo un conjunto de relaciones concretas que hacen complicado persivir la totalidad. es como un hilo cental donde se anudan todos los demás hilos. La explicación tenia un poder explicativo inimaginable. Sin embargo, cuando me tope con la explicación postestructuralista me sorprendió aun más el grado en como la sociedad quedaba explicada, en donde no sólo las relaciones económicas existen y modelan formas de hacer, pensar y sentir, sin embargo sentí que las relaciones de poder, generan tensión sobre las relaciones económicas, que la relación de poder no es lo mismo que la relación económica, que el hecho capitalista sólo es posible con un cuerpo docil al capitalismo y que tal cuerpo fue producido por una discurso de biopoder.

Sin embargo, ahora lo complejo de la situación es identificar el tipo de reaciones dentro de sociedades altamente complejas, en la que todas las relaciones actuan en forma conjunta, en la que una relación de poder no deja de ser una relación económica y viceversa.

Dios y la Guerra

En un muy lejano lugar, en una villa donde los trovadores cantaban las aventuras santas de los Monarcas un joven en un salón de lectura pasaba las hojas, revisa cada línea escrita con increíble entusiasmo; durantes largos días había dedicado su juventud a memorizar la genealogía real, las hazañas y las batallas; este joven combinada en duro trabajo de los campos con la lecturas divinas, fue así como terminó ese joven de leer las aventuras de los reyes y vio como nuestro rey había conquistado los lugares donde antes reinaba el demonio, donde sus sirvientes habían intentado oponerse a la voluntad divina, como los libertos del mal purificado por el fuego divino tendrían un espacio en la mesa de Dios.


Este sabio joven paso noches enteras pensativo, interrogándose sobre como un rey tan valiente era capas de salvar del mal a tantas almas, pensó en ser como él y toda su dinastía, pero comprendió lo difícil de esta citación, quiso gozar de la voluntad divina, más que entrar en el reino de los cielos ansiaba que el reino del cielo viniera a la tierra, se dejo llevar por esta angustiosa obsesión y combatió desde lo mas adentro de su alma el mal que pudo reconocer, significaba expulsar todas las dudas de su corazón y de sus actos. Defendió ante su familia sus ideas, todos sus hermanos, primos vecinos vieron, escucharon y sintieron las maravillas de la voluntad de Dios; sus palabras y sus acciones, desde sus mas notables intervenciones en el hogar y ante los antiguos eran nobles, eran la mejor formas de actuar de un seguidor de Dios, nunca sus gritos, acciones de protesta y arrojo defraudaron el brazo firme de Dios.



Pasaron así los días,  la voluntad de Dios era el único sentido para su vida. Una tarde recordó que la voluntad del creador puestas en manos del rey había hecho existir en el reino noble llamado paraíso;  los pergaminos no podrían mentirle, sólo las grandes proezas de nuestro amado rey son capaces de tanta felicidad en la tierra. Fue así como el valeroso joven predico día tras día las alabanzas del creador, del rey y toda su dinastía, el trabajo duro de cultivar los campos nunca logro mellar sus fuerzas; sus padres se sumaron en alabanzas ante los misterios mas nobles de la sagrada voluntad, lo maravilloso del plan del creador para salvar todas las almas de  áridos terrenos y de hambre cegadora existente  la morada de la bestia, para todos los siervos del rey y de Dios  lo mas deseado era que la voluntad divina llegara a todos los rincones de los campos y praderas.



Días pensando, cantando y revisando las voluntades del creador, tratando de comprender lo sublime de su creación, hasta que al fin decidió ser parte activa de su obra, contribuiría lo mejor posible a que la se hiciera su voluntad en la tierra como se hace en el cielo. Usaba todo su tiempo disponible a las alabanzas de tan bella voluntad, sonrío, se sintió feliz de cuidar de las cabras encomendadas, de los pastos sesgados, de los ir y venir a la plaza para regalar a los creadores su voluntad, cediendo ante el altar algún ciervo o frutos de las que cuido. A cambio de todos los sacrificios vio crecer su patrimonio, mientras más honraba a Dios más era la gracia que este retribuía a los duros campos y menos eran sus carneros muertos por las plagas y enfermedades.



Con el correr de los meses, el joven conoció a una bella aldeana, no pasó mucho tiempo para que ambos contrajesen  matrimonio, la vida transcurrió llena de felicidad, no tardo mucho hasta que ya el joven convertido en hombre había traído un hijo al mundo, consagró entonces la vida de este hijo a Dios, a su voluntad, a su obra y sobre todo a combatir el mal en la tierra. La felicidad era abrumadora entonces, a donde quiera que el fiel hombre veía encontraba la mano de Dios representada, modelando, castigando y premiando, hasta en su propia vida.



Es amable el creador al regalarme vida, pesaba el joven todos los días al despertar; Dios era bueno al dar felicidad y sobre todo librarlo de los males que el demonio escondía en cada esquinas, solo a cambio de una vida fiel y digna; poder servirle fue su voluntad, y tanto fue su amor que decidió ofrecer su propia vida a las luchas divinas puestas en los brazos del rey, marcho hasta sus lejanos palacios dejando a su mujer sola, administrando el hogar que este valiente caballero le había ofrecido, que con el sudor de su frente y la voluntad de Dios creador habían levantado.



Durante semanas camino hasta su reino, ni el hambre ni la sed detuvo sus pies, no hubo peligro que lo acobardara, su alma era de Dios y seria el quien diría si sus servicios eran necesarios, lo recompensaría con en el paraíso de ser buenos sus actos. Al fin llego y tantas maravillas creadas por la voluntad de Dios le costo ser creídas por sus propios ojos. Los alrededores del palacio estaban plagado de los mejores productos, de los mejores artesanos, de las mejores ofrendas; Las carnes mas deliciosas, los mejores tejidos, las mas finas prendas, cambio alguna de estas maravillas por algunos trozos de oro; fue al templo y obsequio a través de uno de los  sirvientes  del rey alguno de los frutos traídos desde su tierra.



Fue así como vio que no existía nada más parecido al paraíso que  los caminos, las praderas y los campos hasta donde alcanzaba la mano del rey; sintió entonces como sus dudas mas profundas desaparecieron. Quiso servir a Dios y uno de sus sacerdotes se sintió tan alagado de tomar las prendas de cuero tan fino del joven y decidió recompensarlo con incluirlo en los servicios de Dios, incluirlo en los grupos de fieles que darían su vida para servir a Dios. Esa noche durmió con los demás jóvenes que defenderían la frontera del reino en contra del demonio. Seria para empezar el escudero de un caballero armado, marcharía con el ejército real para combatir el mal sobre las tierras.



Fue así como largos días de marcha lo conducirían al encuentro del mal, aquel lugar tan espantoso donde todo era horror, las vestimentas, lo que comían, lo deforme de sus caras y lo pequeños  cuerpos representaban las marcas del demonio materializado en la tierra, fueron largos los días, las semanas y el correr del tiempo, tanto que no llegamos siquiera hoy a recordar, este siervo de Dios actuando su voluntad llego a ser caballero armado, tuvo que hacer comprender a esos demonios que debían salvar sus armas, tan poderosa era la fuerza del maligno sobre estos hombres que aun siendo quemados, cortados sus lenguas, marcados con la cruz se empecinaban a gritar el nombre del demonio, aun cuando su piel ardía en el fuego,  aun sabiendo que Dios le dio la vida eran incapaces de ofrendarlo a través sus actos, fue justo entonces ser nosotros los que ofrendáramos sus cuerpos por parte o todo entero a nuestro creador.

 

Nunca dimos descanso a nuestras almas al construir el plan divino de nuestra santidad y el de todos nuestros reyes en la tierra, poco a poco dejaron de referirse a Dios con su grotesca forma de hablar, dejaron entonces de ser cortadas sus lenguas. Los hijos de sus mujeres se parecían más a nuestro dios. Éramos los hacedores de su voluntad. Nunca en todo ese tiempo dejamos de ofrendar a su voluntad a nuestros creadores, hicimos que el creador fuera alabado a través del correr del sudor de estas bestias que serian cada día más beneficiarios de su reino. Organizamos envíos de ofrendas, en varias ocasiones fui yo mismo quien cargo las especies, los frutos y los metales ofrendado al creador. Días incontables de largos recorridos marcaron nuestras huellas hacia el reino, el peso de nuestros frutos enviados por la nueva morada de Dios, así como el vestido, alimentos y pergaminos sobre todo pergaminos hicieron que nuestros pies hicieran profundas las marcas del caminar hacia el reino.



El saber divino ilumino los corazones de aquel lugar que al tener poco que ofrecer ofrecían sus vidas, sus propios actos rectos permitió a sus niños conocer las maravillas de sus reinos, en los ojos de estos pequeños se expresó  estos pequeños se maravillaron de ver la voluntad de Dios en la tierra. Los bufones, sabios, artesanos y siervos más capaces atendiendo el centro de su reino en la tierra se beneficiaban de los recursos que fluían de este rincón apartado donde sobrevino el reino de los cielos llenando de beneficios al rey pero mucho más a sus nuevos súbditos salvando sus almas, o es que acaso un alma tiene algún precio a los ojos de Dios . No dudaron entonces de ser parte de su reino, sirvieron sin meditaciones, sin miedos, convencidos de que los malestares de la tierra serían superado en el reino de los cielos, cada generación se convencía más y más de la verdad, pronto fueron borrados el común de sus vicios; algunos fueron más allá y sus buenas acciones lo hicieron merecedores de títulos nobiliarios.



Aquel hombre que valientemente había sido utilizado como mediador de Dios ante los peores demonios y sus lideres en la tierra; él que con su espada había expulsado toda maldad conocida de las fronteras del reino, vio con sus propios ojos como esos lideres de los que recibió ordenes  se servían de aquellas almas descarriadas, como los súbditos del rey  tomaban como ganado a los nuevos libertos arrebatado de las garras del demonio, como esos hombres indignos tomaban lo mejor de sus servicios para si y no para su creador, como ellos mismos despreciaban los escritos divinos escritos en los pergaminos,  los líderes solo se dejaron seducir por carnes de las mujeres de ese apartado lugar, se hicieron dueños y señores, tomaron los mejores frutos para ellos mismos. Mis servicios siempre fueron recompensados con los mejores placeres.



Ya cansado me hicieron volver hacia mi tierra natal, mucho más viejo y adolorido, con muchos años a cuesta recorrí los caminos del reino, esta vez  como un gran señor del reino, en carretas decoradas, los mas hermosos caballos así como una caravana de amigos y compañeros para así llegar a su ultimo legar de reposo. El camino estaba allí, pero mucho mas olvidado, quizás el trancito se hizo menos regular, él mismo no lo alcanzaba a reconocer, el correr de los años había vuelto frágil su memoria. Sintió que por fin había sido recompensado al poder pasar los últimos días de su vida en el lugar de sus antepasados, donde la voluntad divina lo requería. Pero al llegar a su antiguo pueblo vio con gran sorpresa, tal vez sería la mirada un anciano.



Nuestro héroe contempló lo poco elaborado de sus paredes, lo poco maravilloso de los campos, sus personas estaban cansadas, una idea extraña cruzo su cabeza, como estos hombres se han permitido servir a Dios de esta manera, permitirse una vida descuidada, estos  hombres eran rastro de lo poco firme de sus actos ante los pecados del mal. Un conjunto de malas noticias llegaron a sus oídos, la muerte de su mujer e hijo en manos de las plagas, el derrumbe de su ganado ante las enfermedades, la miseria de espíritu y de cuerpo en aquellas tierras que apenas alcanzaban a servir al creador.



Sus amigos y sirvientes lo acompañaron hasta donde sus fuerzas le permitieron, poco a poco se marcharon de aquel lugar lejano. Dedico sus últimos días a servir a Dios, a aceptar su designio y su voluntad, vio como otro ejercito entro a sus tierras, como las casas de sus vecinos fueron quemadas, sus mujeres ultrajadas y su propio cuerpo degollado, pero nunca quito de su corazón la luz de su creador; ni las mas crueles torturas de esos demonios le hicieron cuestionar su fe, sabia que seria recibió en el paraíso gracias a sus servicios.



Alguien que se hacia llamar señor de las tierras no tardo entonces para llenar de miseria las vidas de las personas que vivían en aquellos campos, de hacer caer las paredes de las casas. Los nuevos ocupantes de los campos erigido obras desconocidas para los antiguos pobladores, solo algunas de nuestras hijas continuaron su vida condenada en la tierra, el mal recorrió aquel lugar, algún designio divino hizo olvidar o simplemente valer poco nuestros servicios, tanto que dejo de morar en nuestras casas y nuestros corazones. Fue en ese árido lugar donde yacen los polvos de sus huesos, donde su alma fue tomada para el juicio directo de Dios.

domingo, 3 de julio de 2011

El Rapto

Había una vez, en un muy, muy lejano lugar, una bella princesa vivía a la sombra del rey y la reina. Todos los días la princesa paseaba en las tardes para dejar correr su tiempo libre por las praderas verdes del reino; hubo un día en que un malvado hombre luego de haberla observado durante semanas decidió raptarla en las praderas y llevadas entre los bosques del reino; la rapto durante un largo tiempo; los crímenes que fueron cometidos por este hombre a aquella princesa se hacen innombrables acá. La humillación de esta princesa no tuvo nunca limites: además de condenarla ser su ama de llaves durante el día, sirvienta durante el pasar de la tarde, tenia que ser esclava de las mas bajas pasiones durante las noches; obligada y aterrorizada por un amante que no consiguió nunca desear.



Todas las tardes este terrible hombre salía quitar de las tierras de su vecinos animales que cambiaba por aguardiente y comida; algunas veces conseguí lo suficiente para visitar a unas mujeres viudas que no tenia mas remedio que cambiar su cuerpo por algunos alimentos para sus hijos, esos que algún día trabajarían las tierras cansadas que dejo su padre de herencia.

 

Aquel indigno ladrón, esclavizo a esta princesa durante el largo pasar de los meses en los cuales el horrible trato a la que fue sometida dejo sus huellas en su piel, en sus sentidos y en lo más profundo de su interior. No paso mucho tiempo hasta que nuestra ya no tan bella princesa llevaba una criatura en su interior. Con el correr del tiempo un caballero perteneciente a otros reinos estuvo vagando por los caminos en donde estaban las torres que mantenían presa a nuestra princesa; un caballero desconocido, tal vez un vago de otros reinos, tal vez un miembro de la cortes buscando aventuras que relatarían los trovadores de todos los reinos



Su candidez ya no era la misma, las bajezas de aquel oscuro caballero habían terminado su disposición a creer en si mismo y en el mundo exterior. Solo esperaba dejar atrás aquella vida, ya se había convencido lo mejor posible de su triste vida, había considerado algunas par de veces el suicidio como único remedio posible para aliviar su dolor, el miedo terrible que le inspiraba su captor solo le exigía escapar de todo aquello, en definitiva vio la imposibilidad de ser la princesa que un día fue, estaba segura que nadie la querría luego de haber pasado por todos aquellos horrores de su captura, menos ahora que esperaba un hijo que le recordaría siempre su infelicidad.


 
Estas fueron muchas de las cosas que ocurrían cuando nuestro merodeador desconocido se acerco ese día a las torres que la mantenían cautiva. Aquel joven vio que dentro de los muros de piedra había una mujer tan campesina como las que había visto durante su vagar por los caminos. Encontró en aquella mujer una combinación de trapos sucios y rotos que cubrían aquel mayugado cuerpo. Sintió curiosidad y durante días visito aquellos campos con desconocidas intenciones. Un día que ya  conocía la rutina del hombre cruel que aprisionaba a la andrajosa mujer y la forma en que era utilizada, se escondió en un muro oculto y al salir el cruel hombre le dio muerte al golpear con una gran piedra su pecho hiriéndolo de muerte. Así entro en su vulgar palacio y encontró a la andrajosa mujer que se negó ha hablar durante un largo tiempo. Pasaron horas hasta que la animalidad de esta mujer fue superada, y consiguió salir de la parte más oscura de la cueva donde se le mantenía presa, para que esta decidiera asomar el rostro y dejarse ver por el merodeador.


El nuevo habitante de aquella cueva, que no podían ser imaginada en tal estado de desorden al ver las grandes torres, se apiado de los ruegos de la mujer para que no la dejara morir de hambre, ella solo sabia que su carcelero estaba muerto lo que significaba estar desvalidas a la sombra del nuevo visitante, de ese mundo que Dios no había conseguido ver. Aquel hombre sólo alcanzo a decirle que no tenia nada de que temer, que el podría ser su protector. Él se esforzaría por conseguir alimentos y ropa para ambos a cambio ella solo debía dejarlo vivir en el castillo que ahora era suyo. Calló la noche y la mujer se refugio en su anterior rincón, no consiguiendo dormir una vez más, su destino era ya incierto; bastante extraño fue ver que el noble caballero durmió con la mayor tranquilidad sabiéndose digno y valiente.



Al siguiente día el hombre que se había hecho noble frente a sus propios ojos, aquel que había dado muerte al captor de nuestra anterior princesa se alejo por los deshabitados caminos a sitios donde poder conseguir  objetos útiles para él y la andrajosa habitante de las torres. Pan, vestidos, carne, algunos artículos de limpieza, algunas mantas sobre las cuales dormir eran cosas que deseaba conseguir. Cuando este ya se había alejado lo suficiente la princesa consiguió atravesar las puertas de las torres pero al salir vio el cuerpo putrefacto de su antiguo carcelero, escupió sobre él y se dedico a correr con rumbo desconocido, cuando ya sus fuerzas no dieron mas dejo caer su cuerpo sobre las verdes praderas y una idea malvada atravesó su cabeza, no tenia un lugar donde ir, nunca había conocido mas frontera que su casa como princesa donde el rey y la reina vigilaban de su felicidad, a donde podría ir ahora fue la pregunta que la inquietó, pensó en las torres como su único lugar, se dejo caer sobre la hierba y sus lagrima corrieron por sus mejillas por sentirse tan cobarde.



Ya cansada de tanto llorar, tanto correr y tanto pensar caminó lentamente tomando su tiempo para volver y tomar una decisión sobre como afrontar ahora su nueva vida, la nueva situación a la que se le dejaba desvalida, una vez más Dios no la veía, sería ella esclava pero ahora de  otro hombre. Con el correr de las horas dedicó mucho esfuerzo a ordenar la cueva en la que viviría su siguiente captor. Para cuando este llego pidió a la ya muy antigua princesa comer del pan y la carne conseguida, además dejo una barra de jabón y un vestido sobre una de las mesas. Esa noche la ya no tan andrajosa mujer no se la pasó con tanto insomnio, durmió un par de horas, pero igualmente cada pequeño ruido conseguía alterar sus nervios, a la vez que sus sueños hace mucho dejaron de serlos, solo pesadillas acompañaban sus noches, esa misma noche en la penumbra su antiguo captor se coloco por la ventana e intento ultrajarla una vez mas, despertó una vez mas desconsolada y se condenó una vez mas a la vigilia.



Corrieron los días y el cuerpo mayugado de la habitante de las torres tenia mejor apariencia. El no recibir ya desde hace mucho la lluvia de golpes a la que el infame hombre la había sometido le había devuelto mucha de la vida perdida desde que fue raptada. Esa tarde cuando el hombre que había dado muerte a su anterior captor había salido ya, la princesa de las torres tomo un cuchillo y sosteniendo la respiración abrió su vientre y extrajo de su interior la criatura engendrada en medio de la violencia que le había tocado vivir, creyó que eso podría ayudar a superar toda la violencia a la que había sido condenada por el terrible hombre, liberaría sus sentidos del miedo y el odio de una manera definitiva, luego de coser la herida tomo el cuerpo sin vida del infante no nacido y lo arrojo a las praderas cercanas de la torres donde tal vez estarían los huesos del padre de aquella bastarda criatura.



Volvió es noche su nuevo protector, una vez mas dejo sobre la mesa todos los artículos conseguidos, a la vez que anunciaba el uso de las tierras para el cultivo de algunos alimentos para ambos, la mujer le contó lo sucedido, este horrorizado blasfemó y la acuso de los peores delitos divinos conocidos alguna vez por un ser humano, menciono que ella merecía el mismo destino que él había dado a aquel tirano que vio con horror, que al igual que ese malvado las carnes de esa mujer deberían ser comida por los mismos gusanos, la acuso de tener un corazón negro como la noche y salio de allí para no intentar matarla. La mujer vio como en el horizonte desaparecía aquel hombre.



Pasaron muchos días, quien sabe cuanto pero el cabello de la joven creció con abundancia siendo este un síntoma de la recuperación de su cuerpo, su pensamiento y su espíritu, ya las noches no la desvelaban y las mismas ansias de comer hicieron crecer  un huerto al que dedico las tardes de los meses que pasaron, en la soledad ya no esperaba nada ni a nadie, los días corrieron lento, sólo algunos recuerdos lograron iluminar la cara de la irreconocible princesa, mantenerse con vida parecía ser su única motivación, hacer crecer nuevas especies, aparecieron entonces unas cuantas gallinas vagando y hasta un perro se acerco hasta ese rincón olvidado por Dios.



Un día vio volver al salvador que la abandono, a aquel que a través de la muerte de su captor logro devolver su dignidad como humano, como mujer y como persona, pero ya su rostro no era el de bondad desinterés que llegó a conocer alguna vez. Este le hizo saber que se quedaría en las torres como amo de las tierras  en vista que había estallado la ira de todos los señores del reino lo que se traducía en guerras de todos los siervos. Nuestra amable mujer cedió a que fuese su huésped por ser este la persona que lo libero, pero el con una mirada demoníaca dijo, como: como podría ser yo huésped de un ser tan vil como tu, que es capas de hacerse daño a si misma y a aquellos que le rodean.



El sentido de culpa volvió al pensamiento de la mujer, una vez más el horror cubrió los sentidos de  nuestra triste protagonista, se sintió merecedora de todo por lo que había pasado, durante largas noches nuestro visitante la violo en nombre de la justicia, tratando de convertirse en la justicia divina, la sometió a los peores vejámenes en nombre de aquello justo y bueno que nuestro visitante había visto y aprendido por los caminos de los diferentes reinos. Este justiciero nunca podría perdonarse el haberse convertido en cómplice de los crímenes de aquella bruja al haberla liberado de su antiguo captor.



Fue entonces, en medio de la agonía del juicio divino cuando la mujer flagelada y golpeada por la mano de Dios materializada en este hombre, le explicó todas las penurias en su vida, contó como fue raptada y vilmente tratada por aquel que nuestro actual señor había dado muerte, explicó como ya había perdido la fe en vivir según alguna vez soñó por lo que decidió sacar al hijo de sus entrañas para que no fuese este victima de un mundo tan cruelmente grabado en los sentidos de su madre. Pero el nuevo señor de las torres no consiguió ser convencido por las suplicas y llantos de una mujer tan malvada, muchas veces le repitió que una princesa  era incapaz de hacer aquellos actos en los que ella había participado, aseguro que ella era una bruja, tal malvada como aquellas que el había visto en muchas ocasiones al vagar por los camino de ese reino, una mujer retorcida y de corazón oscuro.


Golpes y patadas eran parte del exorcismo del cuerpo de la mujer, como si la violencia más extrema pudiera hacer salir todos los males de este mundo y volver santa a la humanidad a través del martirio de la bruja, con un cuchillo nuestro santo hombre corto las manos y pies de la sangrante hereje, preparo una hoguera y arrojo las partes mutiladas; un sin numero de castigos fueron hechos en medio de su agonía, un placer divino corría por los nervios del hombre convertido en verdugo, convertido en santo, fue así como  santificando toda su operación con una cruz y siempre en nombre del padre del hijo y del espíritu santo.



Las fuerzas de la mujer se escapaban en cada grito conforme avanzaba aquel violento ritual. Sangre, lágrimas, sudor, golpes, patadas, gritos, gemidos, placer, dolor, amor, odio todo mal distribuido entre los dos protagonistas del cruel castigo. Al fin, el señor de las torres irguió un pilote en medio del huerto que la mujer hizo crecer, conforme pudo la amarro a esta pila y coloco un conjunto a su cuerpo ya moribundo pilas de carbones y brazas. Ya el cuerpo de la bruja estaba sin vida cuando el fuego consumió su carne hasta sus huesos, haciéndose así la voluntad de Dios sobre aquellas praderas.


Fue así como  nuestro visitante se convierte en el más digno señor de estas tierras. Como dio santidad a las torres tiempo atrás. Siendo así, nuestra historia ha terminado